San Juan Pablo II en un discurso a las Hijas de San Camilo con ocasión de la visita apostólica a uno de sus hospitales de Roma, el 1 de abril de 1990, recordaba el valor de su espiritualidad y su carisma con estas palabras: “Vosotras, queridas hermanas, habéis recibido y abrazado con gozo este carisma de misericordia y, como discípulas, os habéis incorporado a la escuela de caridad de aquel gran maestro y testigo que es san Camilo de Lelis… Permaneced fieles a esta maravillosa vocación, con humildad y una gran entrega al bien integral de la persona, ofreciendo a todos los trabajadores sanitarios y a los propios enfermos un testimonio vivo y coherente de servicio a los valores del Reino de Dios según el espíritu de las bienaventuranzas”.
Las Hijas de San Camilo desarrollan su servicio en hospitales, clínicas, residencias de ancianos, institutos psico-geriátricos y centros de rehabilitación, en la asistencia a domicilio y en las escuelas de enfermería profesional en cuatro continentes. Dedican sus desvelos maternos y su competencia profesional al servicio del enfermo en la globalidad de su ser, defendiendo su dignidad personal. Por la alta y sobrenatural estima que tienen del enfermo, quieren que este ocupe el centro de la atención en el mundo de la salud, tratando de “humanizar” tanto las estructuras como los servicios asistenciales.
Colaboran con los Ministros de los Enfermos, los camilos, en sus múltiples iniciativas apostólicas.
Luchan para que aumente y mejore la asistencia a los enfermos en las comunidades cristianas y colaboran con las instituciones eclesiásticas y civiles, cuya finalidad sea también la asistencia a los enfermos y a los pobres.