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Dejemos obrar al Señor, recemos y seamos generosos para cualquier sacrificio".

Beato Luis Tezza

Santa Josefina Vannini no encontró su camino y el rostro de Cristo en una lectura, interpretación o iluminación personal del Evangelio. Tuvo necesidad de la mediación del Padre Luis Tezza, que le transmitió el ideal de San Camilo de Lelis, que había creado una “nueva escuela de caridad”.

Toda su ciencia y experiencia espirituales se condensan en dos verbos: amar y servir. Amar a Cristo en el hombre enfermo y doliente; servir sin descanso, hasta entregar la propia vida, mediante la práctica de las obras corporales y espirituales de misericordia a los hombres llagados en el cuerpo y heridos en el alma para que un día lleguen a las manos del Padre, “que transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo” (Cfr. Tit 2,13; Flp 3,21; «Constituciones de las Hijas de San Camilo, n. 75»).

Respecto del enfermo, la intuición fundamental que animó a la Madre Josefina y que alienta hoy a las Hijas de San Camilo son las palabras de Jesús: “Estaba enfermo y me visitasteis. Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 36.40). Estas palabras del Señor convierten a los enfermos en Cristo mismo y son, por tanto, sus “señores y dueños”, “pupila y corazón de Dios”. En los que sufren, les habla de una manera particular el Señor. Miran a Cristo, Buen Samaritano, y escuchan su invitación: “Vete y haz tú lo mismo”.

  El enfermo, y todo su entorno, es para Las Hijas de San Camilo un sacramento.

  En este servicio hay otra referencia importante: la de María. Ella se presenta como modelo de empatía y sostiene con su amor maternal en el servicio al enfermo.

Militar de profesión, vivió una vida desorganizada, llena de vicios, hasta que quedó pobre, solo y malvestido. En 1575 tuvo lugar su conversión y decidió dedicar su vida a Dios. Un enfermo abandonado en un muelle y su propia experiencia de la enfermedad y de la cruz, le inspiraron a dedicar su vida al servicio de los enfermos. Fundó la Orden de los Ministros de los Enfermos.

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Nació en Roma el 7 de julio de 1859. En diciembre de 1891, se encuentra con el Padre Luis Tezza, que le propone la creación de una nueva comunidad religiosa. Aceptó la propuesta, y el 2 de febrero de 1892 nació la Congregación de las Hijas de San Camilo que se dedicó por completo a ser presencia de Cristo entre los enfermos y pobres. Fue Superiora General, cargo que desempeñó hasta su muerte a los 50 años de edad.

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Nació en Conegliano (Treviso). Con 15 años entró en la Orden de los religiosos “Camilos”. Además de atención corporal y espiritual a los enfermos, desempeñó diversos cargos en la Orden: superior provincial, procurador y vicario general de los Camilos en Roma, etc. A los 59 años es enviado a Perú. Trabajó intensamente en la atención a los enfermos, en el confesionario, como consejero de la Nunciatura Apostólica y de la diócesis. En Lima, después de 23 años, emprende su camino definitivo hacia Dios el 26 de septiembre de 1923.

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San Juan Pablo II en un discurso a las Hijas de San Camilo con ocasión de la visita apostólica a uno de sus hospitales de Roma, el 1 de abril de 1990, recordaba el valor de su espiritualidad y su carisma con estas palabras: “Vosotras, queridas hermanas, habéis recibido y abrazado con gozo este carisma de misericordia y, como discípulas, os habéis incorporado a la escuela de caridad de aquel gran maestro y testigo que es san Camilo de Lelis… Permaneced fieles a esta maravillosa vocación, con humildad y una gran entrega al bien integral de la persona, ofreciendo a todos los trabajadores sanitarios y a los propios enfermos un testimonio vivo y coherente de servicio a los valores del Reino de Dios según el espíritu de las bienaventuranzas”.

Las Hijas de San Camilo desarrollan su servicio en hospitales, clínicas, residencias de ancianos, institutos psico-geriátricos y centros de rehabilitación, en la asistencia a domicilio y en las escuelas de enfermería profesional en cuatro continentes. Dedican sus desvelos maternos y su competencia profesional al servicio del enfermo en la globalidad de su ser, defendiendo su dignidad personal. Por la alta y sobrenatural estima que tienen del enfermo, quieren que este ocupe el centro de la atención en el mundo de la salud, tratando de “humanizar” tanto las estructuras como los servicios asistenciales.

Colaboran con los Ministros de los Enfermos, los camilos, en sus múltiples iniciativas apostólicas.

Luchan para que aumente y mejore la asistencia a los enfermos en las comunidades cristianas y colaboran con las instituciones eclesiásticas y civiles, cuya finalidad sea también la asistencia a los enfermos y a los pobres.